La amatista se conoce desde hace miles de años, pues ya en el antiguo Egipto se utilizaba para crear joyas, sellos personales y tallas. En la Edad Media, el cristianismo adoptó la amatista como símbolo de renuncia a los bienes terrenales y castidad, y aún hoy la llevan en forma de anillos muchos cardenales y obispos. La amatista simbolizaba además la sabiduría divina.
El nombre de “Amatista” procede del vocablo griego “amethystos” que significa sobrio, debido a que lo utilizaban de antídoto contra la embriaguez.
Los yacimientos más importantes los encontramos en Brasil, Uruguay, Mozambique, México, Bolivia, Zambia, Namibia, Sudáfrica o los Urales rusos. En España la podemos encontrar en varias localidades, dando los mejores ejemplares el macizo del Montseny entre Barcelona y Girona.
La amatista es una piedra muy poderosa y protectora. Tranquilizante natural que ayuda a bloquear las energías ambientales negativas. A la hora de meditar te ayuda a alejar tus pensamientos de lo mundano, potenciando la asimilación de nuevas ideas. Aporta sentido común, potencia la memoria y la motivación y te centra emocionalmente.
A nivel curativo, la amatista es ideal para aliviar el dolor de las tensiones físicas, emocionales y psicológicas, bloqueando el estrés geopático. Combate el insomnio y aporta un sueño reparador. Conecta los cuerpos físico, mental y emocional conectándolos con el espiritual. Limpia el aura y transmuta la energía negativa además de estimular los chacras de la garganta y coronilla. Utilizar una punta, ponla mirando hacia ti si quieres que absorba energía o al revés si lo que deseas es eliminarla. Debajo de la almohada en caso de querer mejorar la calidad del sueño.
La cruz de Caravaca ha sido usada durante mucho tiempo como símbolo de protección contra energías negativas y mal de ojo.
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