El lapislázuli es realmente una mezcla entre lazulita, calcita y pirita. Pertenece al sistema isométrico y está clasificada dentro del grupo de los silicatos. Pertenece al grupo de la sodalita y la encontramos como mineral de contacto metamórfico.
Su nombre procede de la composición del latín “lapis” y del persa “lazhward” que significan azul.
El lapislázuli por excelencia es el procedente de Afganistán, pero cabe hacer mención especial al de Chile y al de USA.
El lapislázuli abre el tercer ojo y equilibra el chacra de la garganta. Es una piedra que ayuda a liberar rápidamente el estrés, aportando una paz profunda. Posee una enorme serenidad y trae la clave de la realización espiritual. Es una piedra protectora que contacta con los espíritus guardianes. Reconoce el ataque, bloqueándolo y devolviéndolo a su origen. Armoniza los niveles físico, emocional, mental y espiritual, aportando un profundo conocimiento interno cuando están equilibrados. Es un poderoso amplificador del pensamiento, aporta claridad y objetividad. Anima a la creatividad y ayuda a afrontar la verdad. Ideal colocarlo sobre el tercer ojo o sobre la garganta. Debe colocarse también sobre el diafragma o en cualquier lugar entre el esternón y la parte alta de la cabeza para que pueda realizar de una forma correcta su función.
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